PreparaciĆ³n de un repertorio de aperturas

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DescripciĆ³n

Se llama apertura a la fase inicial de la partida de ajedrez. ĀæCuĆ”l es la importancia relativa de la apertura, en comparaciĆ³n con el medio juego y el final? Aunque la cuestiĆ³n puede plantearse desde distintos puntos de vista, no hay, sin embargo, una respuesta concluyente, y el jugador de ajedrez completo deberĆ­a adaptarse por igual a las tres fases. No obstante, puede afirmarse, con razĆ³n, que el aprendizaje de las aperturas deberĆ­a ser la primera materia de estudio. Los alemanes tienen una expresiĆ³n que puede traducirse mĆ”s o menos asĆ­: ā€œUna buena apertura significa que la partida estĆ” medio ganadaā€. Una sentencia de este tipo no debe tomarse al pie de la letra, aunque no deja de tener su fundamento. Lograr pronto una ventaja de apertura no sĆ³lo tiene un valor prĆ”ctico, sino que tambiĆ©n es importante desde el punto de vista psicolĆ³gico. Si usted sabe que estĆ” bien, eso puede darle confianza en las acciones que van a producirse. Por el contrario, su adversario, al comprender que estĆ” mal, puede que no reĆŗna el empuje suficiente para el medio juego que va a producirse. AsĆ­, podemos decir que una ventaja de apertura puede conducir a una fĆ”cil victoria en el medio juego.

ĀæQuĆ© esperaban conseguir de la apertura los grandes jugadores de la historia? JosĆ© RaĆŗl Capablanca consideraba que el principio fundamental debĆ­a ser ā€œun rĆ”pido y eficiente desarrolloā€, siendo el corolario que las piezas, al movilizarse, ā€œdebĆ­an ser situadas en los lugares adecuadosā€. TambiĆ©n aporta algĆŗn excelente consejo acerca de quĆ© hacer cuando nos enfrentamos a una jugada desconocida – Ā”como tantas veces nos ha sucedido a todos! – : ā€œRealice aquella jugada que responda a lo que podrĆ­amos llamar el sentido comĆŗnā€. Con esto no hace mĆ”s que confirmar el principio general antes formulado. Incluso si la jugada efectuada resultase no ser la mejor (para descubrir lo cual se requieren normalmente anĆ”lisis posteriores a la partida), el plan de movilizar rĆ”pidamente las piezas a casillas seguras darĆ” lugar, en la gran mayorĆ­a de los casos, a una jugada perfectamente buena.

Larry Evans aporta una definiciĆ³n tĆ©cnica moderna al decir: ā€œLa apertura es una lucha por el espacio, el tiempo y la fuerzaā€. Svetozar Gligoric destaca el factor tiempo, preocupado por la velocidad con que las piezas entran en juego. SegĆŗn Ć©l, ā€œel uso eficiente del tiempo en la apertura requiere normalmente que cada jugada se utilice para desarrollar una nueva piezaā€. Lajos Portisch ofrece una perspectiva mĆ”s filosĆ³fica , pintada por asĆ­ decir, con un amplio pincel: ā€œSu Ćŗnica tarea en la apertura es alcanzar un medio juego satisfactorioā€. Las partidas de Anatoli KĆ”rpov demuestran que desde bĆ”sicamente estĆ” de acuerdo con la tesis de Portisch. La forma en que Robert James Fischer concibe la apertura es muy exigente: si es posible, prefiere barrer a su adversario del tablero desde el mismo comienzo.

Naturalmente, los objetivos especĆ­ficos para blancas y negras son distintos. Para las blancas, el Ć©xito en la apertura significa haber logrado una pequeƱa ventaja. Las negras, por otra parte, pueden sentirse completamente satisfechas si lograr igualar. Tanto Fischer como KĆ”rpov han tenido mucho Ć©xito al saber asegurarse al menos parte de la ventaja natural de las blancas, es decir: jugar con negras contra ellos siempre ha resultado una tarea particularmente ingrata. El objetivo de KĆ”rpov, con negras, ha cambiado de forma considerable desde que se proclamĆ³ campeĆ³n del mundo en 1975. Antes, cuando se enfrentaba a grandes maestros de primera fila, se conformaba con lograr una segura y sĆ³lida igualdad y las consiguientes tablas. Pero desde que empuĆ±Ć³ el cetro mundial parece interesado en ganar todas las partidas y, en consecuencia, sus aperturas con negras se han vuelto considerablemente mĆ”s dinĆ”micas.

En cuanto a Fischer, las posiciones dinĆ”micas han sido regla invariable para Ć©l. Por esta razĆ³n, sus armas principales, con negras, siempre han sido la Siciliana Najdorf contra 1 e4, y las defensas India de Rey y Gruenfeld contra 1 d4. Estos sistemas de apertura requieren un juego excepcionalmente preciso por parte de las blancas, so pena de que la iniciativa pase a manos de las negras. Fischer disfruta en tales situaciones y siempre estĆ” dispuesto a aprovechar cualquier oportunidad que se le presente. No obstante, su preocupaciĆ³n esencial es jugar un ajedrez preciso y opta por aquello que la posiciĆ³n requiere. Si el juego de las blancas es perfecto, asume que deberĆ” pasar algĆŗn tiempo antes de que pueda igualar. Rara vez puede percibirse un exceso injustificado de actividad en sus partidas. Como nos cuenta Robert Byrne, mantuvieron una sesiĆ³n de anĆ”lisis conjunto a finales de los sesenta, Fischer, al reproducir algunas partidas de Byrne, expresĆ³ su sorpresa al comprobar que Byrne se estaba preparando para lanzarse al ataque con las piezas negras. En un gesto de desaprobaciĆ³n, Fischer le aconsejĆ³: ā€œCon negras tienes que igualar antes de buscar otra cosaā€ .

En general, puede decirse que las blancas deberĆ­an buscar, al menos, cierta ventaja en la apertura, mientras que las negras deberĆ­an procurar conseguir la igualdad. Dependiendo de que la meta final de las negras sea ganar o hacer tablas, Ć©stas deberĆ­an buscar una igualdad dinĆ”mica o segura respectivamente. ĀæSignifica esto que no debe plantearse otra jugada que aquĆ©lla oficialmente reconocida por la teorĆ­a como la mejor? Por supuesto que no: otras jugadas y otros planes son a menudo vĆ”lidos tanto a efectos psicolĆ³gicos como prĆ”cticos. Por ejemplo, el efecto anticipado de alguna jugada sorprendente, ante un adversario conocido porque se siente incĆ³modo cuando lo sacan de la teorĆ­a, puede resultar de un gran valor prĆ”ctico. O bien, un jugador puede conocer, entender y disfrutar jugando una variante que los teĆ³ricos consideran ligeramente inferior. No importa: cada jugador debe optar por aquellas aperturas que le gustan y que mejor conoce. Lo que es importante, sin embargo, es mantener una cierta perspectiva lĆ³gica en cuanto al propio enfoque. SerĆ­a, sencillamente, una estupidez que las blancas eligiesen voluntariamente una opciĆ³n que -con un juego correcto de las negras- entregara la iniciativa al contrincante.

La experimentaciĆ³n, por parte de las blancas, deberĆ­a limitarse a aquellas jugadas cuyo resultado final no es peor que la igualdad. Las negras, por su parte, no deberĆ­an arriesgarse en una alternativa en la que -si las blancas juegan correctamente- se quedarĆ”n tan inferiores que sus posibilidades de recuperaciĆ³n serĆ”n mĆ­nimas. La experimentaciĆ³n de las negras deberĆ­a limitarse a jugadas de las que podrĆ­a derivarse una ventaja mĆ­nima de las blancas, en el peor de los casos, con una inferioridad escasa para las negras, en relaciĆ³n con las mejores variantes teĆ³ricas.

ĀæCuĆ”nto dura la apertura? La lĆ­nea divisoria entre el final de la apertura y el comienzo del medio juego no estĆ” muy definida. Muchos de los libros actuales sobre aperturas ofrecen anĆ”lisis que, a menudo, llegan a la jugada nĆŗmero 20 o aĆŗn mĆ”s allĆ”. Debe estar claro que en tales casos la partida ya ha entrado en la segunda fase. Una Ćŗtil vara de medir es que cuando se ha completado el desarrollo, la partida se encuentra en el medio juego. Normalmente, esto sucede entre las 10 y las 15 primeras jugadas. Una alternativa es considerar que la apertura ha finalizado cuando, al menos, uno de los jugadores ha realizado la mayorĆ­a de los objetivos concretos del juego en la apertura. Estos objetivos serĆ”n comentados en la secciĆ³n siguiente.

La Ćŗltima clave para un juego eficiente es entender el ajedrez.

Aunque en la apertura se requiere una buena cantidad de conocimientos, sigue siendo de mayor valor entender cĆ³mo realizar buenas jugadas de apertura, antes que memorizar cantidades ingentes de complicadas variantes. Capablanca, como Ć©l mismo admitĆ­a, no era precisamente un experto en la teorĆ­a formal de las aperturas. En 1919 se organizĆ³ un duelo en La Habana, entre Ć©l y el maestro serbio Kostic, famoso por su gran capacidad para estudiar aperturas. Como Capa lo describiĆ³ entonces: ā€œKostic conoce de memoria cada partida jugada por todos los maestros en los Ćŗltimos veinte aƱos, asĆ­ como un considerable nĆŗmero de partidas mĆ”s antiguasā€. No obstante, Capablanca no estaba en absoluto preocupado y, gracias a su mĆ”s profundo entendimiento del ajedrez, lo barriĆ³ en las cinco primeras partidas. A pesar de sus grandes conocimientos de aperturas, Kostic se vio obligado a rendirse.